lunes, 25 de febrero de 2013

Propuestas para leer...

Como quedamos en la última sesión del Club de lectura, aquí tenéis las sinopsis de los tres libros propuestas. Espero vuestra elección. ¡Tenéis que decidir!



Sinopsis


Ambientada en la Cataluña actual, esta absorbente novela policiaca de Lorenzo Silva, maestro indiscutible del género, se adentra más allá de los hechos y presenta un sólido retrato del ser humano ante la duda moral, el combate interior y las decisiones equivocadas.
La novela relata como en una sociedad envilecida por el dinero sucio y la explotación de las personas, todavía el amor puede ablandar a las fieras. Un guardia civil retirado aparece colgado de un puente, asesinado de manera humillante. A partir de ese momento, la investigación que ha de llevar a cabo su viejo amigo y discípulo, el brigada Bevilacqua, abrirá la caja de Pandora: corrupción policial, delincuentes sin escrúpulos y un hombre quijotesco que buscará en el deber y el amor imposible la redención de una vida fracturada.

 

 

Sinopsis

Evelyn Couch vive una existencia gris. Es una mujer de mediana edad, acomplejada y totalmente frustrada con todo lo que la rodea. Sin embargo, la manera de ver el mundo que tiene una persona puede cambiar cuando menos se lo espera. En una visita al asilo donde reside la madre de su marido, Evelyn conoce a la anciana Ninny Threadgoode, que le empieza a explicar cosas de un pequeño pueblo llamado Whistle Stop, cuya vida giró un tiempo en torno a un café. De pronto, a Evelyn se le abre una luminosa ventana al pasado por la que entra un aire de una frescura desconocida para ella. Remontándose a finales de la década de 1920, Ninny explica historias cuyas protagonistas son Idgie y Ruth, dos espíritus sensibles, alegres y llenos de una admirable energía vital, que saben sobreponerse a las dificultades y saborear el gusto por la vida. Tomates verdes fritos aborda temas tan difíciles como la discriminación de la mujer, el racismo, el lesbianismo, la miseria o el alcoholismo y, a pesar de eso, es una de esas novelas optimistas en las que, como por arte de magia, todo encaja a la perfección y acaban cautivando al lector.



 

Sinopsis

Durante el turbulento verano del escándalo Lewinsky, Coleman Silk, decano de universidad, ve cómo su carrera se arruina por pronunciar una expresión poco afortunada. La fiebre de lo políticamente correcto — la nueva caza de brujas en EE.UU. — desata, a partir de una sola frase, consecuencias devastadoras. Pero más allá de las acusaciones que recibe de ser racista o de llevar una aventura amorosa con una mujer joven, Silk guarda un secreto que debe ocultar si quiere sobrevivir en una sociedad opresiva. 





Y última parte de la Neblina del ayer...

El pasado viernes comentamos la segunda y última parte de La neblina del ayer. Expusimos entre todas nuestros puntos de vista sobre la almagama de personajes que aparecen en la novela y cómo al margen de situaciones políticas y temporales, la vida de los seres humanos gira en torno a las grandes pasiones: el amor, la venganza, el dinero.
Coincidimos todas en la honradez y honestidad del protagonista, Mario Conde en contraste con la corrupción y el ambiente de miseria y pobreza emocional y social en el que se desarrolla la novela.
Nuestra compañera Pilar comporte con todas nosotras la siguiente reflexión:

A LOS LIBROS QUE ME HAN HECHO PENSAR

La pobreza, como la historia, puede ser prehistórica, antigua, contenporánea y actual o haber existido desde que tenemos memoria, incluso antes. Pero no por más longeva más cruel, la mayor miseria del ser humano es cuando pierde la ilusión, cuando pierde la fe en el futuro. cuando sus principios se han derrumbado uno a uno al enfrentarse con la cruel realidad, y solo queda el más primitivo institno por sobrevivir el día a día, haciendo cualquier cosa para ello.
Así, cada uno, en el papel que representamos a lo largo de nuestra vida, en cada uno de los actos somos fuertes o débiles, miserables u honestos, egoístas o incluso pequeños héroes cotidianos.
Debemos ser conscientes de nuestras limitaciones pero lo único que podemos conervar, lo único que no podemos vender para sobrevivir, para poder seguir llamándonos personas, es no caer en la degradación. En no creer que todo vale, que si lo hace la mayoría está bien y en admitir que lo deplorable se vuelve común y dejarmos atrapar en la miseria del alma.
Se es pobre cuando un libro es solo una bonita encuadernación que no sirve para dar una decoración a nuestro salón.
Cada libro espera su lector y cada lector encuentra su libro. En cada momento de nuestra vida nos surgen ideas y pensamientos diferentes cuando nos sumergimos en una lectura. Incluso un mismo libro nos dirá cosas distintas según el momento que lo leamos, y no porque no estuviéramos atento, es que nuestra sensibilidad es diferente con el paso de los años.
En ocasiones pienso que hay libros que dejan de ser de su autor, que en el momento en que atrapan en sus páginas al lector, se hace actor del mismo y deambula entre sus personajes. Camina por sus renglones, ávido de empaparse de sus ideas. En ese momento pertenece más al lector que al propio autor.
La historia de un país se puede estudiar en sus museos, palaciones, jardines, monumentos, personajes, en su arte y también es sus bibliotecas.
Así, la pequeña historia de cada uno de nosotros se podría estudiar en los libros, todos los que a lo largo de nuestra vida vamos acumulando. Si nos paramos a pensar un momento en cada uno de ellos, repasaremos nuestra propia historia. Aquel que nos obligaron a leer en la escuela y que nos pareció un plomo y hoy sabemos que es una obra maestra de nuestra literatura. Aquel otro que compramos porque nos lo aconsejó un amigo y leímos con gran interés pues nos abría las puertas a la adolescencia. Aquel que nos regaló nuestra mejor amiga, el otro que compramos uno de tantos días de tedioso aburrimiento cuando fuimos a una gran superficie. Y sobre todo, el que siempre que le pasamos el paño, nos sugiere las caricias olvidadas de aquel primer amor.
Todos aquellos que comprarmos en un arrebato de intelectualidad tardía y que aún permanecen con su funda protectora del paso del tiempo. Y qué decir tiene aquella enciclopedia que nuestro padre nos compró en un esfuerzo para que estuviéramos al día de los últimos conocimientos y a que antes de que estuviera pagada la segunda letra, ya estaba desfasada.
Muchos de ellos ya tienen su destino en una caja del desvàn, no han tenido al suerte de encontrar a su lector.
Igual que la gran biblioteca de la novela que hemos leído en la que varias generaciones guardaban tesoros literarios de la historia de su país. Como en esa gran biblioteca, no eran solo estanterías llenas de magníficos libros sino un mundo paralelo a la historia del país. Como si el tiempo en ella se hubiera quedado detenido en los días anteriores a la revolución cubana, como si los treinta años pasados por allí, no hubieran pasado.

Pilar

martes, 19 de febrero de 2013

Paseamos por las calles de "La neblina del ayer"...



Calle Esperanza, La Habana

Calle Zanaja, La Habana

Casa del Vedado, La Habana


Paseo del Prado, La Habana

Calles del Barrio Chino, La Habana

Pórtico de entrada Barrio Chino, La Habana

Entrevista con Leonardo Padura

No sé vivir en otra parte


Usted se formó como escritor dentro de esta etapa histórica que ha sido la revolución, es miembro de la UNEAC, publica sus libros en el extranjero y en Cuba. En su obra se puede apreciar, junto al reconocimiento de algunos valores de este proceso, una significativa decepción ante el mismo, pero ni ha emigrado ni se ha convertido en un opositor ¿Cómo explica usted esta situación?

Trataré de hacer una síntesis, pues responder esa pregunta significa hacer una evaluación de un proceso que dura más de cuarenta años. Mi generación creció y empezó a tener un sentido del mundo en un país en el que de pronto todo era esperanza. Se hablaba del futuro como algo lejano, pero tangible, que cuando llegara todo iba a ser mucho mejor. Cuando para mi generación ya parecía que ese futuro iba a llegar se produjo el desastre del socialismo en Europa del Este y la desaparición de la Unión Soviética, lo que trajo inmediatamente una consecuencia económica en Cuba que trajo a su vez la crisis de los años 90. Precisamente por haber crecido dentro del proceso revolucionario, mi generación literaria comenzó a tratar de hacer una literatura que tuviera una visión diferente sobre la realidad, en la cual aparecieran determinados elementos de una crítica, de una interrogación social. Eso es algo que rompía con lo que había sido la literatura cubana de los años 70, que fue un periodo absolutamente ortodoxo en cuanto a ideología, en cuanto al credo político, y que se hizo evidente en la literatura. Prácticamente todos los escritores escribían de esa manera o sólo los que estaban fuera de Cuba –que eran menos que ahora- tenían una posición diferente.
A partir de los 90 se rompe toda esa ilusión de futuro, esa manera de ver la realidad. Creo que es entonces que junto a la crisis económica se produce una crisis de valores, crisis de perspectiva, crisis de identidad que tiene mucho que ver con la forma que empieza a escribir mi generación a partir de entonces.
En los años 80 no me hubiera imaginado siquiera las cosas que luego escribí en los 90. No es que no las hubiera escrito, es que no me imaginaba que las escribiría. Porque no existía el espacio, no existía la posibilidad, no existía incluso la conciencia de la cantidad de problemas que veníamos arrastrando. Con la caída del socialismo en Europa del Este, incluso un poco antes, comenzamos a tener información de lo que realmente había significado este proceso político en casi todos los países donde existió, desde la totalidad de la Unión Soviética hasta el resto de los otros países que luego se incorporaron al bloque socialista. Hubo como un redescubrimiento de un mundo del cual teníamos una visión muy limitada. Por lo tanto, una nueva visión de la realidad cubana junto a una nueva información del mundo en el que se había insertado esa realidad nos hizo ver las cosas de otra manera. Yo particularmente, sentí inmediatamente la necesidad de hacer una literatura que tuviera que ver con este momento, primero de desasosiego y después de desencanto.
Si yo hubiera empezado a escribir estos libros desde finales de los 80, tal vez hubiera empezado a asomar la oreja de este desencanto, pero ese fue un período en el que estuve trabajando como periodista. Del 83 al 89 fueron 6 años que trabajé muy intensamente en el periódico Juventud Rebelde, en los cuales prácticamente no escribí nada de literatura, sino trabajos de investigación histórica que me llevaban todo el tiempo. Ese universo me gustaba porque en él me podía mover con mucha libertad y lo hacía tratando de hacer un periodismo diferente, creo que en ese período lo logramos en Juventud Rebelde y en algunas revistas cubanas, pero especialmente en Juventud Rebelde se logró hacer un periodismo distinto, no el que se hace hoy en día que es un periodismo chato, un reflejo a veces distorsionado de la realidad. Ese mismo periodismo me impidió escribir y es por eso que no es hasta el año 90 que empiezo a escribir Pasado perfecto que forma parte de una serie de cuatro novelas. En ese momento me impongo hacer algo diferente.

Entonces mientras se producen los acontecimientos del derrumbe del campo socialista es cuando aparece el personaje Mario Conde.

Sí, esa novela la escribo entre el 90 y el 91, que es justamente el momento en que empieza a producirse todo este derrumbe económico y social e incluso en las personas, desde la psicología individual en relación a la realidad que habían vivido. A esa literatura que se empieza a escribir desde entonces pertenece la obra de Abilio Estévez, Arturo Arango, Senel Paz y muchos otros escritores de mi generación. Yo creo que la definición más exacta que se ha hecho sobre ese fenómeno la hizo el crítico Jorge Fornet cuando la calificó como la literatura del desencanto. Y ese desencanto, que tiene mucho que ver con el desencanto de sus autores, está ligado a la pérdida del horizonte del futuro. De pronto todo aquello que esperábamos que iba a suceder nunca llegó y el futuro se convirtió en una nebulosa bastante difícil de predecir. Creo que hoy justamente uno de los problemas de la sociedad cubana está en esa dificultad que tenemos para poder predecir un futuro personal y colectivo.
La razón por la cual yo permanezco viviendo en Cuba, es fundamentalmente una razón personal y al mismo tiempo cultural. Pertenezco esencialmente a esta cultura, a esta realidad de una manera muy visceral y por encima de cualquier tipo de valoraciones políticas o económicas. Creo que pertenezco a este país por mi sangre, por mi forma de ser, por mi carácter, por mi historia personal y familiar. Me cuesta mucho trabajo verme viviendo en Suiza, en España o en Miami, tal vez por una limitación mía, que no sé vivir en otra parte. Además, yo he logrado algo que es un privilegio para cualquier escritor de cualquier parte del mundo y es que puedo vivir de mis derechos de autor. Lo puedo hacer en Cuba, de una manera modesta, haciendo muchos cálculos domésticos. No puedo darme lujos, no puedo comer en un restaurante todos los días, pero puedo vivir.

Entrevista publicada en:  http://www.desdecuba.com/03/articulos/02_01.shtml

Si queréis seguir leyendo esta interesante entrevista podéis visitar el enlace anterior, pues consta de 4 partes y sería muy extensa para publicarla en una entrada de blog. ¡Os la recomiendo!
Nos ayuda a conocer y entender mejor al protagonista de esta novela y a conocer al escritor.

Leonardo Padura: Biografía

Leonardo Padura Fuentes nació en la Habana (Cuba) en 1955. En 1980 se licenció en literatura hispanoamericana en la Universidad de La Habana, y tras una destacada trayectoria como periodista de investigación, comenzó a cultivar el ensayo, y la escritura de guiones.
Ha desarrollado una extensa escritura periodística que ha dado como fruto las recopilaciones de entrevistas como El alma en el terreno, Los rostros de la salsa, o El viaje más largo, que recrea ambientes, tipos conforman la pequeña historia de Cuba, esa que corre paralela y a veces oculta la historia nacional, de las páginas del libro emergen fantasmas como Alberto Yarini, el rey de los proxenetas cubanos, y Chano Pozo, el tamborero mayor de todos los tiempos, y también otros temas como la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, y una historia del ron cubano.
Actualmente es considerado por la crítica internacional entre los novelistas más importantes de la narrativa de la isla, ya que es uno de los creadores de la nueva novela detectivesca, y es precisamente esta faceta lo que le ha granjeado la fama como escritor, sin embargo para Padura lo policial es sólo un pretexto para hablar de la sociedad cubana y hacer un examen de conciencia de su generación. De ahí que sus novelas satisfagan los gustos más disímiles. Es autor de la exitosa tetralogía Las cuatro estaciones, formada por las novelas: Máscaras, Paisaje de otoño, Pasado perfecto y Vientos de cuaresma (Premio UNEAC en 1993).
También ha realizado una interesante antología del relato breve en Cuba desde 1966 hasta 1991: El submarino amarillo (1993)
Ha escrito guiones para documentales cinematográficos tales como: Yo soy del son a la salsa, que mereció premio Coral en el 18 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.
Padura reside actualmente en La Habana.

BIBLIOGRAFÍA
Novela:
Fiebre de caballos (1988). Editorial Letras Cubanas.
Pasado perfecto (1991). Editorial Tusquets.
Vientos de Cuaresma (1994). Editorial Tusquets.
Máscaras (1997). Editorial Tusquets.
Paisaje de otoño (1998). Editorial Tusquets.
Adiós, Hemingway (2001). Ediciones Union.
La novela de mi vida. Editorial Tusquets.2002
La neblina del ayer (2005). Editorial Umbral.

Cuento:
Según pasan los años, 1989.
La puerta de Alcalá y otras cacerías, 1997.

Ensayo:
Con la espada y con la pluma, 1984.
Colón, Carpentier, la mano, el arpa y la sombra, 1987.
Lo real maravilloso, creación y realidad, 1989.
Alejo Carpentier y la narrativa de lo real maravilloso, 1995.

Periodismo:
El viaje más largo, 1994.
El alma en el terreno –en colaboración con Raúl Arce–, 1989.
Los rostros de la salsa, 1997


PREMIOS
Premio Uneac de Novela (Cuba, 1993)
Premio Café de Gijón 1995
Premio Internacional de Novela Negra 1997
Premio Dashiell Hammet a la mejor novela de género policíaco 2006


ENLACES

La neblina del ayer: Vete de mí

El viernes pasado tuvimos nuestra primera sesión para conversar sobre la primera parte de la Neblina del ayer.
Gracias a María José y su original "invento" (pequeño cilindro morado que se ve en la foto) pudimos escuchar el bolero que da nombre a la primera parte de la novela.
Comentamos sobre los personajes y el protagonista Mario Conde, coincidiendo sobre la honestidad y honradez del personaje en contraste con su amigo Yoyi, el Palomo que no entiende su conducta:
"
— (…) Oye, men, tú y tus amigos son increíbles. (…) Parecen marcianos, coño, te lo juro. Yo los veo y me pregunto qué carajo les metieron en la cabeza para ponerlos así… (…)

— Nos hicieron creer que todos éramos iguales y que el mundo iba a ser mejor. Que ya era mejor… (…)
— Pues los estafaron, te lo juro.
(pág. 45)
A ti lo que te pasa es que como fuiste policía te creíste eso de que la justicia es verdad. Pero si la gente no hace bisnes y si no mete la mano, ¿cómo vive? Por eso aquí roba hasta Dios…
(pág. 46)
— (…) Tú eres el personaje más loco y más comemierda que conozco, pero me gusta andar contigo. ¿Sabes qué, men? Tú eres el único tipo legal con quien trato en este y en todos mis negocios. Eres como un cabrón marciano. Como si fueras de mentira, vaya.
(pág. 86)

El escenario es la miseria en la que viven los personajes de esta historia y los distintos modos que eligen para sortear el hambre y la desesperanza. Mario Conde resisté a la falta de moral y ética refugiandose en el pasado y en el amor por los libros. Es un hombre de principios que vive en una sociedad corrupta, violenta y mercantilista que lucha por sobrevivir a casi cualquier precio. 

Nos vemos el próximo viernes para seguir "destripando la novela que nos ha seducido.